Podemos detectar y determinar que una persona sufre alcoholismo cuando:
Según el Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo, el alcohol provoca diferentes secuelas sobre nuestros organismo:
1. Cerebro
El alcohol interfiere con las vías de comunicación del cerebro y puede afectar la apariencia y el funcionamiento del cerebro. Estas interrupciones pueden cambiar el estado de ánimo y el comportamiento, y hacer que sea más difícil pensar con claridad y moverse con coordinación.
2. Corazón
Beber mucho durante mucho tiempo o demasiado en una sola ocasión puede dañar el corazón y causar problemas que incluyen:
3. Hígado
Beber en exceso afecta el hígado y puede provocar una variedad de problemas e inflamaciones hepáticas, que incluyen:
4. Páncreas
El alcohol hace que el páncreas produzca sustancias tóxicas que eventualmente pueden provocar pancreatitis, una inflamación peligrosa e hinchazón de los vasos sanguíneos en el páncreas que impide la digestión adecuada.
5. Cáncer
Basado en extensas revisiones de estudios de investigación, existe un fuerte consenso científico de una asociación entre el consumo de alcohol y varios tipos de cáncer. En su Informe sobre carcinógenos, el Programa Nacional de Toxicología del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU. enumera el consumo de bebidas alcohólicas como un carcinógeno humano conocido.
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Ampliamente aceptada a nivel social, el alcohol es considerada por muchas personas como una droga “blanda”. Sin embargo, este calificativo ignora el hecho de que la adicción no se define por lo que se consume (alcohol, cocaína, marihuana…) como la relación de dependencia que establecemos con este elemento. Sin duda que también se tienen en cuenta factores como la frecuencia de consumo y la cantidad, pero la dependencia resulta esencial para determinar la conducta adictiva.
Si necesitamos vino cada noche para “sentirnos bien” y, por el contrario, cuando nos vemos privados de él nos sentimos mal, entonces estamos frente a una posible dependencia al alcohol. Está claro que los efectos físicos serán diferentes según las cantidades que consumamos y cuán a menudo lo hagamos. Pero ya la «necesidad de» que condiciona nuestro estado anímico o la posibilidad de enfrentarnos a determinadas situaciones representa una conducta a tratar.
Perder la capacidad para vivir sin depender del alcohol, incluso de encontrarle sentido a la vida si esta sustancia está ausente, describen a una persona alcohólica. El alcohol permite adormecer los sentidos, evadirse. Por ello, frente a la falta de sentido, los momentos de incertidumbre o estrés, o la poca autoestima para enfrentar situaciones sociales, parece un recursos accesible y efectivo. Cuando menos, lo es mucho más que trabajar esas áreas poco desarrolladas de nuestra personalidad.
El alcoholismo puede surgir a partir de circunstancias a las que no hemos sabido dar respuestas y las hemos vivido de forma extrema, como experiencias difíciles de trabajo, pareja, familiares…
En España se observa una mayor tasa de consumo de alcohol en jóvenes en las últimas décadas. El 60% de los adolescentes menores de 14 años ya han vivido alguna experiencia con esta droga. Y la tasa de ingresos
La predisposición genética de algunas personas a consumir alcohol de forma adictiva, como ocurre con otras adicciones, conforma un descubrimiento relevante de la ciencia. Por otra parte, se viene observando la co-relación entre el consumo de sustancias como el alcohol y la preexistencia de enfermedades, como la depresión. Es lo que se conoce como patología dual (que abordamos en esta entrevista).
Además, la adicción al alcohol puede manifestarse a partir de algún trauma sufrido durante la vida. Asimismo, puede derivar de circunstancias a las que no hemos sabido dar respuestas y las hemos vivido de forma extrema: experiencias difíciles de trabajo, de pareja, familiares… Momentos duros en los que la persona encuentra en el alcohol un falso alivio que puede transformarse en dependencia.
Al tiempo que la familia de una persona con alcoholismo resulta clave para ayudar al alcohólico a encontrar la salida, sus miembros padecen las consecuencias de la enfermedad. Convivir con un alcohólico puede crear patologías co-alcohólicas: culpabilidad, desesperación, falta de confianza, dependencia y depresión… Es lo que se conoce como coadicción, y requiere tratamiento.
Ciertas limitaciones psicológicas y relacionales también favorecen el consumo de alcohol. En este caso, como droga deshinibitoria permite a quienes tienen problemas para relacionarse desplegar una supuesta personalidad más desenfadada. Claro que las consecuencias físicas y psicológicas son siempre las mismas.
Existen diferentes recursos para el tratamiento del alcoholismo. Estos pueden ser:
En Adictalia recibimos ingentes llamadas por familiares desorientado frente a la enfermedad. Luego de realizar un estudio personalizado de la persona con adicción al alcohol, y sin compromiso, nuestro equipo especializado les brinda las opciones más adecuadas según su caso, sus necesidades y posibilidades.
El alcoholismo se supera con la ayuda adecuada.
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